La Danza Cósmica


Esto fue una vez.... en un tiempo que se remonta muy lejos en nuestro tiempo. Un espacio muy lejos del tiempo moderno, una civilización que vivió su más sublime estado de conocimiento de su ser, puesto que no existía el colonialismo de las ondas electromagnéticas: no había radio ni cosa parecida. No existían iglesias, ni religiones. No existían las escuelas, ni el comercio, ni un sistema económico que rigiera la vida de esa civilización. 

Tampoco existían libros, ni historias que contar, ni conceptos, puesto que ponerle palabras a lo que no puede ser nombrado era sinónimo a matar la belleza de la experiencia. Para ellos "nada era comunicable", la visión del presente y del porvenir próximo introducía a la magia.  Para esta civilización no se trataba mas que de buscar correspondencias que los iluminaran. Esto les permitían situar la aventura humana en la totalidad de los tiempos. Todo lo que les podía servir de puente era bueno para ellos.

Existían instrumentos musicales, con la música nombraban lo que no tiene nombre, y comunicaban lo desconocido. 
Existía la poesía, que viajaba en espiral en cada verso. Era un viaje interno, por lo tanto, una comunicación interna. Hacemos énfasis en que no existían los conceptos como tal, pero sí las palabras como metáforas, como "epígrafes del capítulo", es así como formaban la poesía, siempre en movimiento. 

Hubo una vez,  un fractal que denominaron "Tejido para la expansión de la conciencia". Los tejedores contaban con múltiples técnicas de arte (música, pintura, dibujo, etc.), la ciencia, la mística, danza, las respiraciones, los masajes, la espiritualidad, la actitud y el enfoque maravillado de la vida.

Ese fractal era una vía espiritual, un camino que incluye el uso de la conciencia y la energía creativa, la respiración, la movilización energética y la práctica sexual canalizada hacia los espacios sagrados de la conciencia, en pos de la unidad del hombre y la mujer. Puesto que ellos sabían que la energía del universo es una 
danza 
cósmica, 
desde la más ruda forma de materia hasta la más alta expresión de vida, todo evoluciona y se transmuta, y ellos tenían conocimiento de esto.  El proceso de la vida de estos tejedores era una serie continua de refinamiento y sublimación.

Los tejedores sabían que se tenían que preparar la trascendencia y la captación de la realidad, y ese fractal les ayudaba a la autorrealización, tanto a través de la sexualidad como de otros sistemas espirituales, puesto que ese fractal producía transformaciones internas, reconvertía la energía, que iba a la par con la gran danza cósmica. Transformaciones como llevar de la depresión, a la celebración, de lo rígido, a lo flexible, de la crítica a la creatividad, del impulso ciego a la conciencia. Por que nadie estaba exento de caer en la oscuridad, puesto que ocupar un tiempo y un espacio definidos producía desorbitarse.

El fractal no rechazaba el mundo, ni lo consideraba una ilusión. si no algo bien real. No dividía lo material y lo espiritual, porque para el fractal, toda división es falsa: los tejedores sabían que estaban unidos eternamente al universo, al Uno, al Absoluto. La fórmula era combinar conciencia y energía; sexo y meditación; amor e inteligencia; creatividad y sensualidad; percepción interior y festejo.

De la unidad original, el juego de energía se transforma en dos polaridades o dualidad: principio masculino y principio femenino. Entre ambos opuestos que se complementan surge la luz.  Este principio femenino-masculino se encuentra en equilibrio permanente: mujer y hombre, luna y sol, frío y calor, húmedo y seco, invierno y verano, etc.

Pero, los tejedores sabían que era muy importante estar unidos a su hombre y mujer internos. Por ejemplo, si cortaras al ser humano en dos, te encontrarías frente a dos hemisferios cerebrales (uno femenino y el otro masculino), dos pulmones, dos ojos, dos brazos, dos ovarios, dos testículos, dos riñones, dos piernas, etc. Estas dos partes funcionan en armonía interna y con el cosmos; un equilibrio de funcionamiento energético acorde a la unidad primaria que ellos alcanzaban con la práctica diaria de las técnicas de estos tejedores.

Cuando los tejedores entraban a la conciencia del fractal llamado "Tejido para la expansión de la conciencia" la vida se transformaba, lo que antes era oscuro y tenebroso, tabú o miedo, se convertía en luz y se manifestando transformando el corazón y la percepción. Dejabas de ser tibio, frío o distante; el fuego interior quemaba, encendía el corazón. 
Era
una
entrega 
profunda 
al
mágico 
misterio 
del 
universo.

La técnica más sagrada para estos tejedores, era la actividad sexual. Se usaba el sexo como un ritual para que la energía psicosexual se despertara y ascendiera por el conducto de la columna astral (hacia lo alto de la cabeza) provocando la iluminación. Ha pero esos cambios eran suaves, y llevaban cierto tiempo. Sólo las catástrofes son repentinas y como consecuencias, destructivas. Paso a paso, purificando el cuerpo, tornándolo flexible y fuerte, alimentándolo de energía a través de ejercicios respiratorios, posturas físicas, danzas, meditación, se limpiaban y purificaban las emociones y los pensamientos.

Con las danzas que te provocaba ese fractal, ellos entraban a estados muy profundos de meditación. 
El sexo era tomado como meditación. 

Cuando un hombre y una mujer se encontraban y se unían como parejas físicas y espirituales, y lo festejaban, no se hacían bodas ni nada parecido. Se les regalaba un poema que servia de recordatorio, que se titulaba "Fuego inicial", el poema era una espiral, redactado con metáforas entretejidas, para que después la pareja continuara la redacción, ya que todo es un continuo movimiento, el universo seguirá en expansión sin detenerse, y de eso la pareja estaba muy consciente. Se les enseñaba los artes de la sexualidad, el sexo lo transformaban en meditación: "Al entrar en la unión sexual mantén fija la atención sobre el fuego inicial, evitando llegar a los rescoldos del final".

Para esta civilización, el acto sexual era sin prisas, el inicio de la unión contenía la chispa y el fuego, y entrando a ese fractal, era muy fácil mantener esa chispa y ese fuego para que no llegara a ser brasa; para que no se consuma. Eso se obtenía con el ritmo en pleno acto sexual, creando un círculo para que no se tuviera ni principio ni final. Así los amantes se convertían en una ola de energía.

Cada acto sexual, era un ritual. Tenía que existir el que se disfrutaran, goce de cuerpos, del contacto de la energía con las almas, mezclándose uno con el otro en círculo. No existían las prisas, entonces se convertía siempre en una experiencia espiritual; la energía viajaba desde la zona genital a todo el cuerpo, evitando los apuros por eyacular o llegar al orgasmo.

No existía la pérdida energética sino revitalización y comunión. En ese círculo se disolvían los egos en un mar de conciencia. No existía el "tu y yo", puesto que se tenía que traspasar esas fronteras, era un viaje cósmico, donde los cuerpos se compenetraban hasta derramarse y fundirse. 
Los amantes generaban luz y energía como un dínamo. Los polos energéticos se encontraban y conectaban lo eléctrico del hombre con lo magnético de la mujer.

EL TEMBLOR CÓSMICO

Lo que proseguía en ese poema eran versos así: "Cuando en tal abrazo tus sentidos se sientan sacudidos como hojas, entra en ese temblor..."

El temblor era producido por la misma energía en movimiento; hacia vibrar las células y abría las defensas emocionales ocultas a un contacto directo con lo más profundo y esencial de cada uno: el corazón espiritual. Lo que VIVE en cada experiencia. 

El movimiento, el temblor y la vibración del sexo, era usado para encender el fuego serpentino par que alimente la conciencia, las células y el cuerpo. Con el temblor de la energía recorriendo los caminos internos, el círculo que se formaba por la eliminación de los egos, se podía sentir uno con el universo, una célula universal de conciencia. Y durante horas se podía estar en ese estado. La existencia se encontraba pues, en el momento presente que vivían los amantes. 

Para esta civilización, uno tenía que moverse en el sexo con completa conciencia y alerta a lo que se va experimentando. El cuerpo se liberaba, la mente se silenciaba, el alma despegaba el vuelo hacia el éxtasis.

Ese fractal "Tejido para la expansión de la conciencia", era un tejido energético y dimensional. Cada tejedor hacía ese telar dándole forma a un fractal, pero, sin pensar en el fractal. Se tejía el pensamiento, y lo que quedaba de fondo era precisamente el fractal. Y era un fractal interminable, puesto que los pensamientos son interminables. Los tejidos se hacían durante la danza, el arte, mientras se hacía música, mientras se hacía   ciencia, mística, respiraciones, masajes, etc. Los tejidos se hacían en cualquier momento del día: mientras se trabajaba en la artesanía, mientras se cocinaba, mientras se jardineaba, mientras la gente andaba... el secreto era sumergirse en lo que quedaba de fondo de esos tejidos, el secreto era expandirse.